La Trampa de Unicornio (一角獣の陥穽 Yunikōn no Kansei?) es el décimo capítulo del spin-off Antes de la Caída. Fue escrito por Ryo Suzukaze e ilustrado por Satoshi Shiki.
Resumen[]
La legión regresa.
Los residentes del Distrito Shiganshina esperaban el retorno del Cuerpo de Exploración, el tiempo especificando ya había concluido y la multitud se desesperaba, destacaba un tanto la preocupación Carla Inocencio. Ella atiende a lo que las personas gritaban, soldados que se reunían en lo alto de la muralla, algunas personas creían que se estaban preparando para un entrenamiento pero a la vez, se llenaban de temor al saber que podría ver un titán al otro lado de la pared. Retumbante, la campana sonaba, anunciando el regreso de el Cuerpo, llenos de euforia comenzaban a celebrar la vuelta de los héroes con un triunfo falso. Los caballos y sus jinetes entraban a todo dar por la puerta principal, miembros de las Tropas de Guarnición mantenían alejados a los civiles. La joven Carla se da cuenta de que Kyklo había llegado junto al comandante Carlo Pikale.
La policía militar rodea Kyklo
El comandante Carlo le preguntó a Kyklo sí encontró lo que buscaba en ese infierno, pero no recibió una respuesta apropiada. La multitud había quedado decepcionada por el lamentable estado en el que volvió el Cuerpo. El comándate le explicó que el motivo de la expedición no es por ánimos de lucro y orgullo, sino para formación y exploración y el perder a los soldados que lo acompañaron es una muestra de su ineptitud. Frente a la multitud se abre paso un escuadrón de la Policía Militar luciendo con orgullo el unicornio de su ejército.
Kyklo le entrega su daga a Carlo.
La soldado a cargo, Gloria Bernhart, solicita al comandante Carlo que entregue a Kyklo, que está desprotegido por los crímenes de robo, contrabando, asesinato y secuestro. Gloria le revela su nombre al comandante, quién lo desconocía, y lo informa de su anterior nombre con el cual Carlo está muy familiarizado. "El Hijo de Titán" fue encontrado trece años antes de su ascenso a comandante, él mismo había sido uno de sus testigos. Pikale opta por entregar a Kyklo, dejando en tristeza a Carla que observaba entre la multitud. Antes de bajarse del caballo, Carlo le dice a Kyklo que si su conciencia está limpia, está bien. Kyklo le entrega la daga al comandante y se retira junto al escuadrón.
Él pide su transferencia por temor.
Pasado la mitad de un día, en su oficina administrativa, el comandante está por aprobar las solicitudes de transferencia. Carlo le pregunta al soldado que lo acompaña sí son todas, pero éste, entre lágrimas le pide que él también sea transferido a la guarnición, pues no puede soportar el horror de los titanes y quiere vivir para ver a su madre envejecer. Carlo le dice que él tiene la intención de aceptar todas las solicitudes y le agradece por su fiel servicio. Carlo deduce que, a comparación de la generación de su padre, el tiempo 15 años de ausencia del Cuerpo a llevado a soldados a ser mediocres, sin embargo, él no tiene derecho de hablar así de sus subordinados.
Carla le dice que Kyklo no es un criminal.
Un oficial le informa que recibe visitas. Carla Inocencio entra a la habitación y el comandante le da la bienvenida. Carlo comenta que ha sido informado de los acontecimientos en general sobre su familia y el "Hijo de titán", la joven le dice que tiene algo que discutir y es a eso a lo que ha llegado con él. El comandante sirve un poco de té, sutil para aliviar la tensión. Carla le pregunta que qué es lo que harán con Kyklo, y Carlo le explica que está siendo llevado a la prisión de la muralla Sina para ser acusado por crímenes que conllevaron al asesinato de Dario Inocencio, la muerte de criados y devotos, y el secuestro de ella misma.
Kyklo es torturado.
Carlo le pregunta si Kyklo es realmente un criminal y Carla le dice que no. Carlo reitera que hay algo más, un testigo visual que resulta ser su hermano, Xavi el cual lo declara culpable. La chica lo desmiente justificando que ella estuvo allí esa noche y fueron miembros de una extraña secta que irrumpieron en la mansión y causaron dicho alboroto. Carlo opina que quizás Kyklo pudo dar instrucciones pero Carla lo defiende diciendo que él fue tratado como una bestia, encerrado en un calabozo y sin conocimientos del lenguaje.
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